Otra vez en noviembre: 2013, jueves 21, Julia Carabias recibe el Juchimán de Plata y cerca de ella no pierdo la oportunidad lo más amablemente posible.
“Disculpe, doctora, ¿Cuál fue el resultado de los trabajos del Consejo Ciudadano para la Reconstrucción de Tabasco?”.
“¿El qué, perdón?”, repito el largo nombre en medio del barullo de la premiación. Me mira fijamente: Como parte del presídium que le entregó la presea, me acaba de saludar de manos.
“Pues, estoy cierta que entregamos un informe, como a los 2 ó 3 años… Sí, en 2010, se rindió cuentas de todo lo de aquella terrible circunstancia”.
Agradecí sinceramente, seguro de que no me mentía, al menos no de mala fe (No olvido sus ligas con el zedillismo).
Seguro porque ella fue el último eslabón de una cadena de averiguaciones sobre los miembros de aquel Consejo, diseñado para supuestamente darnos una explicación sobre las inundaciones de 2007 y administrar cada centavo y cada mendrugo de ayuda humanitaria que el mundo nos envió.
Seguro porque, aunque oficialmente integró el equipo, ni siquiera se presentó a la toma de protesta.