A la mesa del castillo por Alejandro Rabelo García

A la mesa del castillo por Alejandro Rabelo García

Mi estreno en esta maravillosa red de blog, con un relato inédito:

*Escritor y periodista mexicano (Villahermosa, 1982).
Ganador del Primer Concurso Nacional de Ficción Playboy 2008.
Nominado al Premio Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez 2010.
Reconocido por la UJAT en 2002 (Premio Universitario de Ensayo sobre Benito Juárez) y en 2010 (Premio de Cuento de la Feria Universitaria del Libro).
Ha publicado su trabajo literario y periodístico
en diversos diarios y revistas locales y nacionales.
En Twitter y en Instagram, trollea desde la cuenta @Acrofobos.
En 2017, publicó su primer libro de relatos Grimorio de los amores imposibles.
En 2018, publicó el segundo: La invención del otoño
.

MasticadoresMéxico // Editora: Scarlet Cabrera

El día de hoy tenemos el gran honor de recibir a Alejandro Rabelo García, un gran escritor de Villahermosa, Tabasco. Alejandro es un profesional delas letras con una obra ya publicada: Grimorio de los amores imposibles, y el tenerlo aquí hoy, compartiendo un excelente cuento con nosotros, me llena de alegría. Espero, sinceramente,que la relación de MasticadoresMéxico con él sea larga y fructifera. Gracias por la confianza, Alejandro.

Británica puntualidad. Nunca desperdicio la oportunidad de presumirla como una de mis escasas virtudes. Mis amigos me critican por llegar puntual incluso a las fiestas. No les falta razón si me mantengo consecuente con mi buen hábito: Tras sentarme a la mesa antes que nadie, observo el arribo de los contertulios y me sitúo al alcance del paté de hígado de ganso, las galletas circulares de trigo y el untador limpio. El mesero, gentil y útil, rellena…

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Échame a mí la culpa de tu desgracia III

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Respecto a su supuesta lucha para contrarrestar la Intervención, otro de los motivos del galardón antillano, quedan los contradictorios alegatos que Juárez elaboró contra el régimen imperialista de Maximiliano. Por ejemplo, había prorrogado su período presidencial de 4 años aprovechando la ascendencia recién obtenida de los militares entre los Inmaculados, y contra todos los argumentos de desapego constitucional que le profirieron –entre ellos, Guillermo Prieto-. Mientras lanzaba diatribas tajantes que manifestaban su abierta oposición a  la mano extranjera en la manivela nacional, los Estados Unidos adiestraban, pertrechaban y pagaban los salarios del ejército federalista, presionaban vía diplomática la retirada inmediata de las tropas francesas de suelo mexicano y reconocían, con todas las conveniencias de las circunstancias, al gobierno de Juárez como único e inapelable para Washington –lo que significaba, en buen castellano, una impresionante amenaza de la joven potencia-, a cambio, claro está, de las ventajosas concesiones que el presidente oaxaqueño le otorgó cuando se encontraba en la frontera con ese país. Seguir leyendo «Échame a mí la culpa de tu desgracia III»

Échame a mí la culpa de tu desgracia II

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El H. Congreso de la República Dominicana lo proclamó Benemérito de las Américas y con ese nombre de gloria se selló su silueta tergiversada en millones de mexicanos, en las paredes de cientos de miles de escuelas públicas oficiales, en las estatuas a su nombre y en, cómo no, la vértebra moral de las logias masónicas mexicanas. Ese título, único que recibió por parte de una nación extranjera en vida, se debe a factores que no conciernen a sus méritos ya no presidenciales, sino liberales. El parlamento dominicano, saturado hasta el borde de liberales que por añadidura eran masones del mismísimo rito escocés al que perteneció hasta la muerte Simón Bolívar, no podía dejar pasar la oportunidad de rendirle panegíricos al estadista que había logrado fincar los estatutos liberales en un país latinoamericano alguno desde su emancipación de la metrópoli española, supeditar el Ejército a la autoridad civil, desarraigar los cimientos del poder eclesiástico –oponente natural de los masones- y además, expulsar con gallardía, heroicidad y patriotismo a los franceses, cultores del conservadurismo católico y militarista que traía como respaldo la etiqueta de potencia mundial y las mejores fuerzas armadas del planeta en su época. Pero, ¿Cuánto de cierto y de mendaz tienen estos logros atribuidos a Benito Juárez? ¿Cuán exacta fue la interpretación de los hechos, con el Caribe y su doctrina masónica de por medio, por parte de los legisladores dominicanos? Seguir leyendo «Échame a mí la culpa de tu desgracia II»

Otro gabinete / Segunda temporada

Sudoroso pero tranquilo, exploro la terraza sin propósito exacto. El aire me refresca la guayabera y con ella, mi piel; pero me mantiene tenso el ir y venir de rostros nuevos y conocidos, de carcajadas espontáneas y falsas, y de meser@s demasiado disponibles para los negocios. Una me ofrece la enésima copa de tequila, pero opto por un tinto bajacaliforniano; sonreímos por una complicidad inexistente. El periodista en mí está por preguntarle algo, pero extrae de su chaleco una servilleta roja, sonríe y se marcha. Lógicamente, dentro del doblez alguien escribió un recado. “Perfecto: Ya no tengo que moverme más…”.

La marea de invitados especiales, que como yo supuran el calor en esa estancia, se encuentra en bajamar. Mi reloj marca las 12:02 de la noche; pronto, todos se reunirán en el Salón de Gobernadores de la Quinta Grijalva para recibir al Actual después del ceremonial del Grito. Como uno de los pocos estados colindantes con países extranjeros, cada año ofrece en la residencia oficial una cena de gala con el cuerpo diplomático asentado en Villahermosa (Los cónsules centroamericanos, sin falta, y uno que otro embajador caribeño), oculta de los medios por el gasto que semejante fasto, a nombre justamente de la patria, significa para el erario público. Nadie se priva de la vanidad, ni siquiera la supuesta Oposición: Sus diputados, sus alcaldes, sus dirigentes de partido. “Nobleza obliga”, pretextan como cortesanos los que se dicen republicanos. Cuando los vestidos largos, los sacos o las versiones elegantes de ropas tropicales se retiran, en una esquina del balcón permanece inmóvil, alta, obscura y tan esbelta como desde la primavera, la secretaria particular del coordinador de Comunicación Social de la bancada del Partido Liberal en el Congreso del Estado.

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Otro gabinete S1E7

8:39 am

La ingrata presión en las redacciones de los medios me hizo jurar solemnemente que jamás volvería a trabajar durante los fines de semana, feriados, puentes y períodos vacacionales en verano y en diciembre, que sólo este país puede ofrecer.

Reconozco 2 virtudes sin embargo: El inmenso placer que me otorga entrar a cómodas oficinas enteramente a mi disposición, esa sensación de poseer un departamento de lujo provisto de aire acondicionado, cafetera, equipo de cómputo, impresora, cañón de diapositivas y todas las otras herramientas necesarias para el trabajo, Internet, etc., cuyos gastos no absorbo –o en este caso, no por completo-, la misma sensación infantil que uno tiene cuando descubre una enorme bodega abandonada y pasa en ella muchas tardes impunes. Segunda virtud: La ausencia de personal –superior, pero sobre todo, inferior en jerarquía-, de fórmulas sociales, de “desconocidos” compañeros de trabajo que te impiden oír en las bocinas, ¡Por fin!, a Silvio, a James, a Ismael, las mordaces de Perales, las romanticonas de Serrat, a Duke y a Charles y a Miles y a John; o cantar las de Caifanes o las de Nirvana, silbar las de Iron Butterfly o las de Irglova/Hansard; o leer –porque sus ruidos o sus peticiones te estorban– a Moravia, a Akutagawa, a Camus. O sólo tomar un café en silencio con tus tribulaciones y tus memorias. Lo mejor, como fuese, es la ropa holgada, los zapatos tenis, la falta de aliño, la botana a todas horas, el cigarro a ventana abierta que tú prohíbes, todo aquello permisible que pueda compensar sobradamente la hueva dominical…

Hasta que hojeo 2 portadas significativas.

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