El altruismo no es negociable

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Medianoche, sábado 6-domingo 7 de diciembre. En vez de su genio para la comedia -como lo prometió-, Eugenio Derbez brinda un sonoro regaño a los que no donamos al Teletón. Y funciona: De ahí a 3 horas más tarde, recaudan más de 55 millones de pesos.

Me quedé, imagino que como muchos, hasta las 2 de la mañana del domingo 7, siguiendo la transmisión del Teletón.

En parte, porque Eugenio Derbez me prometió un espectacular cierre, con todo y parodia de La Voz México, que se limitó a un regaño.

En parte, como periodista que busca comprobar si la crisis de credibilidad que sufre todo México había alcanzado, por fin, al Teletón.

Nada nuevo tengo que añadir a las notas y análisis del fin de semana, alrededor del evento, y que lo consignan como el “más complicado de la historia”-apenas un millón por encima de la meta– y algunas de la razones, nuevas y viejas, de esa complicación.

Todo coincide, aunque sin nombrarlo, en dicha crisis de credibilidad, no sólo de la clase política, como dijo Miguel Barbosa, senador aún del PRD, sino de cada una de las instituciones que nos rodean, vinculadas o no al Teletón.

Quizá lo más notorio es el deslinde: No se critica la causa, el beneficio: Se cuestiona la recaudación.

Y, añado, se cuestiona que se cuestionen estos cuestionamientos, sea Derbez, Álvaro Cueva –quienes parecieran haber intercambiado textos–, Pedro Ferriz –que se enfocó al tema económico– o Sergio Sarmiento.

Pero cuando se rechaza o se fustiga la crítica, lo cual no es aplicable sólo al Teletón, se erosiona el debate público, que no es privativo de los medios de comunicación, ni de los famosos, añadiendo todavía más irritación social.

Académicos mucho más informados y periodistas mucho más enterados que yo han informado de los mecanismos de opresión que implica “donar” al Teletón, palabra cuyo significado precisamente dicho evento despoja por completo.

Se sabe –se ha sabido casi desde 1997– del provecho de las empresas para sus deducciones fiscales, adicionales a las que, por ejemplo, Televisa, ya emprenden en perjuicio de Hacienda. No es que vaya a los niños en vez a La Gaviota, es que se deducen 3 mil millones de pesos y, además, lo del Teletón.

De los gobiernos estatales y municipales, del federal y el Congreso, para  elevar su imagen y en detrimento de sus propios presupuestos. No es que la ONU se los prohíba, es que si vas a dar 20 millones de pesos, dáselos a la población que voto por ti en sus comunidades.

De la subversión del concepto “persona con discapacidad”, suficiente causal para una demanda de Derechos Humanos: Gente sin margen de autonomía y crecimiento propio. No es que Teletón no haga su chamba, es que se discrimina, todavía, a la persona que sólo tenga sordera, por hablar de una discapacidad no tan severa como la que exhiben año con año.

De la carga que, sobre la clase trabajadora, imponen estos “patrocinadores” para dar sus donaciones: Farmacias del ahorro le pone cuota a la venta de botiquines, lo que no se venda, se les descuenta. Dependencias públicas cuyos “empleados” donan vía descuento de nómina.

Empero, nunca como este año, sí que fue difícil. Me consta. Pero enoja más que su reacción sea tildar a la gente de “mentirosa” y “odiar parejo”. Lo entiendo: Resulta fácil para quiénes su ingreso supera por mucho al del mexicano promedio.

¿Qué dirá la cajera de Soriana, obligada a realizar 60 “redondeos” diarios –si no, lo pondrá del salario-, cuando ve que la empresa, no ella, deduce impuestos y se alza el cuello?

¿Qué, la de Banamex, que regala un día de trabajo para nada voluntario en su sucursal para recibir donaciones?

¿Qué, el ciudadano de Villahermosa que protesta para que abran el Centro Autista –en paro por falta de personal– y mira que los recursos “los dona” su alcalde o su gobernador para CRITs que su ciudad no tiene y que ellos deberían construir?

¿Qué el funcionario, de medio pelo para abajo, que ve cercenado su aguinaldo sin su permiso para un evento en el que, por la razón que sea, no quiere donar?

No dirán nada. Pero protestarán, negarán el apoyo, serán los primeros en criticar no sólo ésa, sino cualquier donación a cualquier ONG, se cobrarán con cada peso que puedan arrebatarle al Teletón. En síntesis, serán los primeros en no creer y con ellos, sus familias y amigos.

Si la fundación lo sabe, si Televisa lo sabe, la postura menos conveniente a asumir es: “Me vale, no es pretexto para no donar”.

Por otro lado, veo la propia transmisión con sus fisuras: Televisa nunca dejó de pasar comerciales. Es decir, nunca dejó de cobrar publicidad, es decir, jamás donó al 100% su tiempo aire.

También, como consignó el propio Fernando Landeros, presidente aparentemente vitalicio de la fundación Teletón, 8 patrocinadores retiraron su apoyo.

Son demasiado visibles para no establecer una lógica perversa: FEMSA (Coca-Cola, Oxxo, etc.), Pepsico (Sabritas, Gamesa, etc.) Bimbo (Bimbo, Barcel, Tía Rosa), Nestlé, industrias todas ellas afectadas por el nuevo impuesto a la comida chatarra y/o a la exención de alimentos por ser procesados.

Si era una represalia de estos consorcios, lo peor no es que aclare Derbez que “no es contra Televisa o el gobierno, es contra los niños”; lo peor es que me lo diga a mí, que facturo infinitamente mucho menos que esos gigantes multinacionales.

Igual con nuestros políticos, particularmente los gobernadores y alcaldes. No sólo hicieron lo que se les dijo que no hicieran: Casi ninguno dijo cuánto “donó” del dinero de todos que manejan a su antojo.

Todos fueron a la pasarela –no los juzgo por intentarlo-, pero pocos dijeron de a cómo. Ello no abona a la transparencia y a la confianza, por si les preocupaba revertir en la gente esa crisis de credibilidad.

Cuando me entero que se superó la meta, de nuevo, como comunicólogo dudo: Si 55 millones de pesos se obtuvieron en 2 horas –horas muertas, televisivamente hablando-, sólo concluyo que Televisa prostituye, de nuevo, el sentido de “dificultad” con el fin de reblandecer bolsillos.

O sea, sin contratiempos no hay drama, sin drama no hay contribuciones. Otro recambio en el discurso del Teletón: El primero y más anunciado había sido el enfoque de comedia que se le pretendió otorgar.

Aclaro: No pretendo que el Estado y/o las empresas “lo hagan todo”; que no se piense en las personas con discapacidad; en fin, ni que desaparezca Teletón.

Rotundo NO.

Quiero que el Estado y sus funcionarios de medio y alto nivel hagan su parte: Si va a donar (y eso, de lo que le sobre después de atender por ley a su población, de manera amplia, eficaz y transparente), que lo haga a cientos de otras iniciativas similares en el país.

Quiero que sea apoye a muchos otros grupos vulnerables, no sólo a la gente con discapacidad o con cáncer, sean niños o adultos, todo el año, en todos los ámbitos de su desarrollo humano: Mujeres, zurdos, indígenas, homosexuales, animales, etc.

Quiero que los mexicanos sean libres de aportar: Ni ser linchados por su negativa ni mucho menos ser forzados a hacerlo. Ya existen demasiadas estafas en este país respecto a ayudar al prójimo (¿Por qué las iglesias no «se suman» al Teletón?), como para sumarle una más y bastante notoria.

Fuera de eso, Televisa, Teletón y las empresas tienen derecho a existir, a contribuir o no (¿Dónde carajos está TV Azteca?), a deducir sus impuestos, pero los suyos, de sus ganancias, de sus recursos, de sus propios medios corporativos, no del esfuerzo ni del dinero de sus integrantes.

Qué bueno que las personas regalen. Qué malo que las espanten por el tufo a trampa que no han podido desprenderse.

*Escritor y periodista mexicano (Villahermosa, 1982). Ganador del Primer Concurso de Ficción Playboy 2008, nominado al Premio Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez 2010. Reconocido por la UJAT en 2002 (Premio Universitario de Ensayo sobre Benito Juárez) y en 2009 (Premio de Cuento de la Feria Universitaria del Libro).
Ha publicado artículos sobre temas variados y relatos de ficción en diversos diarios y revistas locales y nacionales. Aquí en su blog y su Twitter (@Acrofobos) se puede hallar el despliegue de su obra literaria y periodística.