Del humor y otros disensos

“Si el humor ofende es problema del ofendido”.

Milan Kundera.

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Feodor Chaliapin Jr. en la piel de Jorge de Burgos, personaje de El nombre de la rosa, de Umberto Eco

Existen columnas especializadas en espectáculos lamentando que en los principales canales de TV no haya una barra de comedia regular, cosa que lamento también, aunque deploro más que sus autores ignoren –o pretendan ignorar– que la censura actual sobre la comedia en señales abiertas de televisión responde a 3 razones, todas ellas igualmente deplorables:

A).– La comedia siempre ha sido el enemigo sentimental número 1 de los tiranos (intelectuales, políticos, ideológicos, etc.), básicamente, por su gran influencia entre la gente.

Con el retorno a la democracia en 2000, se abrieron propuestas de crítica política de mucho mayor alcance –¿Quién lo niega?- que las editoriales periodísticas.

De ahí que, en cuanto los priistas recuperaron el poder, fulminaron dichas expresiones en medios masivos. Lo poco que vemos hoy (independientemente de su valor intrínseco y del subjetivo gusto que se comparta o no) ni siquiera es humor inteligente.

B).– Estrategias mediáticas. Llenar una barra de 5 programas de comedia (cuya sustentabilidad financiera queda en entredicho desde antes de iniciar) cuesta 2 veces y medio más que una telenovela.

También, y pocas veces se menciona, existe la estrategia de “migrar” contenidos de la TV convencional a la digital.

Después de todo, si Netflix, gracias a trancazos como House of cards, está generando millones de dólares y premios de crítica, ¿Por qué no apostar por esta clase de plataforma dándole allá lo que acá se quite?

C).– Nos volvimos “reinas del drama”, defensores de lo políticamente correcto, “con razón o sin ella”, susceptibles de todo halago y toda crítica, cultores de la contradicción obvia entre la libertad de expresión y la supresión de la misma.

Erigimos al mundo digital en una Santa Inquisición que haría las delicias de Lucio III, Papa que hace más de 830 años germinó su versión medieval de policía del pensamiento.

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-Mamá, mamá, ¿Cuándo se me va a quitar el cáncer?

-Pronto hijo. Ya le faltan pocos likes a tu foto de Facebook.

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 Lo reconozco: Tuve que fletarme todo el discurso, tan mediocre y repetitivo como el de cualquier otro político, de Francisco Kiko Vega, el gobernador de Baja California, para el Día Internacional de la Mujer.

No creo que este panista no tenga en su nómina algún asesor o asesora, pues todo hombre y mujer de poder los tiene bajo la premisa de que lo auxiliarán para que no la cague.

Así que el fragmento escandaloso, donde se limita a cambiar el tono de su discurso para jugar a autopariodiarse como un conservador machista ni siquiera tiene que sacarse de contexto.

Bastan nuestras pieles sensibles para dejar de ver lo que fue (una rutina cómica) y pedir la excomunión en tribunas mediáticas y legislativas.

Me dio mucho más risa oír hablar a mujeres de todos los partidos en el Congreso, no como si fueran las diputadas con fuero y altos salarios en busca de su próximo cargo, sino desprotegidas campesinas de Guerrero en busca de sus hijos desaparecidos.

¿En serio? ¿Era para tanto? Puede o no gustar su Stand up, pero ¿Valió la pena tanta morcilla? ¿Cambió la situación de las mujeres en Baja California, en México? ¿Las mujeres del Congreso, en bloque, hicieron algo más que sólo quejarse?

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 Un sordo, un ciego y un cojo van por una calle, hasta que, de repente, el sordo se detiene.

-Oigo algo –dice.

-Ya los vi: Son unos sicarios –dice el ciego.

-¡Corramos! -dice el cojo.

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 Rodner Figueroa. Un animador de TV del que jamás hubiera oído hablar sino fuera porque hizo un comentario hilarante sobre un hombre mal caracterizado de Michelle Obama.

Podría seguir sin conocerlo si no fuera porque Univisión –cuyos contenidos tampoco alientan del todo la diversidad, la multiculturalidad y la tolerancia-, un medio libre e independiente como todo medio que se precie de serlo en Estados Unidos, procedió a su despido fulminante por ese comentario sobre la Primera Dama.

(¿Ya lo ven? En todos lados de cuecen habas y parece no importarnos).

No lo mencionaría de no ser porque Rodner tuvo que emitir un comunicado disculpándose de su chiste –no, por supuesto, de su calidad sino por cómo lo interpretaron– y suplicando no sólo que lo tildaran de racista –¡Racista, un “afrolatino”, por Dios!-, sino que no amalgamaran su error personal con los juicios a su comunidad.

Nos ofendió su chiste, pero no pareció ofendernos las consecuencias de carecer de sentido del humor.

¿Y si la Primera Dama hubiera sido blanca y republicana? ¿No clamaríamos, donde y cada que pudiéramos, contra el Imperialismo Yanqui por su trato a los inmigrantes hispanoamericanos y a su población negra? ¿O contra los medios “plegados a los intereses de Washington”?

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 Un bolillo y una tortilla corren por las calles de La Habana seguido por una turba de cubanos famélicos.

A la vuelta de una esquina, miran a un filete de res bronceándose al sol muy quitado de la pena.

-¡Corre, bistec! -le gritan al pasar- ¡Que te comen, chico!

-¡Ja! Corran ustedes –replica la carne-: A mí ni me conocen.

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No mencionaré a Charlie Hebdo ni a El Jueves ni a El Chamuco ni a los cartonistas en lo individual ni las presiones (económicas, políticas, físicas) que padecen por su postura no sólo política, sino sobre todo humorística. Lo saben de sobra.

Nuestro actual mundo digital no sólo nos conecta y nos informa, sino que incluye sus juicios, sus leños para la hoguera, sus condenas para los herejes.

Este Santo Oficio mejorado no tiene que untar aceite hirviendo en las piernas para una confesión ni convencer a nadie en juicios públicos. Resulta suficiente con ser masivo para exterminar prestigios ajenos al por mayor.

Estableciendo por anticipado de qué lado está, extiende la misma dinámica de los medios convencionales: Aplicar el sesgo de unanimidad (falacia por la cual si los demás lo dicen debe ser cierto) y enviar una aplanadora verbal y gráfica que no da margen de réplica ni de independencia frente a la feroz necesidad de sumarse a la ola.

Una mentira sostenida por la mayoría no deja de ser una mentira, habla la lógica. Y contemplar el actual clima de linchamientos digitales, sobre todo contra las gracejadas, implica una exagerada carencia de lógica en una Era así llamada “del conocimiento”.

Nada menos inocente que el humor para señalar las hendiduras de nuestra realidad, cierto. Nadie más ingenuo que “los ofendidos” por creer que, con sus métodos, la pervertirá, es decir, la cambiará para mal.

Y me preocupa que “los ofendidos” nos estamos convirtiendo en esa “mayoría” fácil para propalar la mentira y el odio gratuito, todo a nombre de la necesidad de expresarnos.

Porque, aclaro, aquí no se cuestiona la libertad de expresión ni de conciencia: Tienen el mismo derecho a existir y a opinar  tanto Guillermo de Baskerville como Jorge de Burgos, personajes de El nombre de la rosa, la novela de Umberto Eco que explora en paralelo la relación -y la lucha- entre la razón y el humor contra el fanatismo y la «seriedad».

Se cuestiona aquí justamente lo que Eco relata ahí: El “ofendido” Jorge clama, manipula e incendia una biblioteca en pos de exterminar unos de muchos sustentos filosóficos de la risa. ¿El horror? Que triunfa, no sin complicidad, a costo de vidas humanas.

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En el convento…

Obispo: Ya sabe, Madre Superiora, la esperamos a usted y a todas las monjas y novicias de su claustro para las fiestas patronales.

Madre Superiora: Por supuesto, Su Excelencia, ahí estaremos sin falta.

En la curia…

Madre Superiora: ¡Pero, Su Excelencia! ¡¿Qué hacen usted y todos estos curas desnudos?! ¡¿No dijo que eran las fiestas patronales?!

Obispo: Sí, Madre Superiora: Pa’ tronales el culo.

 *Escritor y periodista mexicano (Villahermosa, 1982). Ganador del Primer Concurso de Ficción Playboy 2008, nominado al Premio Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez 2010. Reconocido por la UJAT en 2002 (Premio Universitario de Ensayo sobre Benito Juárez) y en 2009 (Premio de Cuento de la Feria Universitaria del Libro).
Ha publicado artículos sobre temas variados y relatos de ficción en diversos diarios y revistas locales y nacionales. En sus blogs (Aquí y en El desprendimiento del iceberg) y su Twitter (#AhoraResulta por @Acrofobos) se puede hallar el despliegue de su obra literaria y periodística.

¿Dónde quedó mi Primavera (Árabe)?

PRIMAVERA
Plaza Tahrir, El Cairo, Egipto. Varios años después, tras la salida de Mubarak, las mujeres sufren retrocesos en el ejercicio de sus derechos humanos.

He leído todo cuanto pude sobre el tema de moda: el injustificable ataque al semanario Charlie Hebdo, las diversas reacciones en todo el orbe, y los múltiples sesgos y contradicciones surgidos de sus análisis.

He leído a favor y en contra, hechos y teorías conspirativas, a Oriente y a Occidente, a periodistas y no periodistas, a mexicanos y a extranjeros, propuestas y estupideces, lo que se publica y lo que –creo– continuará publicándose.

He leído al Papa afirmar que “la libertad de expresión tiene límites” y a uno que otro mencionar que “se beneficiaron económicamente: Mira que pasar de vender 10 mil a vender 3 millones de ejemplares… Ni Proceso”.

 Nuestra culpa

Es fácil defender la libertad y la democracia en el propio circuito democrático. Su sistema de pesos y contrapesos permite que incluso sus enemigos puedan expresarse libre y abiertamente contra esos valores.

También es sencillo proclamar #YoSoyCharlieHebdo cuando no se arriesga el pellejo o, peor aún, cuando comienza a cundir el miedo y se piensa –se llega a pensar– que “si ya saben cómo son, pa’ qué los cucan”.

Ojalá el Papa no me dé su puñetazo prometido, pero es sencillo, así mismo, emplear el miedo, expresándolo con sangrienta violencia, para disuadir al pensamiento crítico.

Mismo que, aplicado a las religiones y a su herramienta propagandística, el relativismo cultural, no puede sino concluir que se justifica el lado de los agresores y se cae en el juego de culpabilizar a los valores liberales.

O sea, como en la justicia mexicana, de culpar a la víctima.

Pero, ¿Sucede igual en los totalitarismos islámicos? No, sabemos que las mujeres tiene prohibido hasta manejar un auto. Y también, que ha resultado las grandes perdedoras tras las revueltas que iniciaron desde 2011.

Entonces, cuando finalmente sucedió, ¿Qué hicimos, qué hizo Occidente, cómo reaccionamos?

 4 años después

Mahmoud Abbas, presidente de Palestina –que ha logrado para su pueblo un reconocimiento internacional histórico como Estado-, bautizó a los alzamientos claramente populares y seculares, encabezados por mujeres y hombres no mayores de 30 años en 18 países, como la Primavera Árabe.

Todos parecían emocionados. ¿Quién no siente las ganas universales de agitarse? Ganas similares a las de 1968 y casi por las mismas razones: Libertad, democracia, justicia. La juventud en pleno exigiendo renovación total en sus respectivos países, apertura, participación, fiesta.

Pero ni el pueblo ni el gobierno de Occidente pudieron o supieron o quisieron consensar (por poner el punto más barato) el camino y el final de dicha historia.

Hoy, 4 años después, tenemos el mismo cártel Al Qaeda fragmentada en ramificaciones no menos tenebrosas (Boko Haram en Nigeria, Estado Islámico en Siria-Irak-Turquía), 5 monarquías antidemocráticas (Kuwait, Bárein, Arabia Saudita, Omán y Jordania) y varias dictaduras militares (Mauritania, Irán, Argelia), atentados, matanzas, asaltos a escuelas, reivindicaciones territoriales, étnicas y sociales, inestabilidad, más fundamentalismo islámico, todo.

Todo, menos libertad, democracia y justicia para los pueblos árabes sublevados, menos tolerancia y disposición a escuchar a la otra parte, a sacudirnos el etnocentrismo y la islamofobia.

 Los matices

Las reacciones de los gobiernos y los medios occidentales forzosamente registraron matices y desviaciones, porque al final esos pueblos –y los nuestros– no han sufrido modificaciones sustanciales en el andamiaje institucional, leitmotiv de las protestas.

Pero si decidieron deshacerse de aquellos gobiernos “problemáticos” aprovechando la Primavera Árabe, lo hicieron también por intereses de nuestras sociedades.

Sí, nuestra comodidad occidental tiene precio y en ocasiones no sabemos quiénes las pagan, si ellos o nosotros.

Nuestras exigencias de paz y riqueza no son gratuitas y localmente representan votos. A esa dinámica respondieron –y responden- los gobiernos occidentales.

Tenemos, por tanto, en primer lugar, factores económicos: Garantizar el suministro y los precios internacionales del petróleo; asegurar las múltiples inversiones de ida y vuelta; impedir la quiebra bancaria global, etc;

Luego, factores sociales: Contención de la inmigración masiva, ayuda humanitaria, etc.; y, a lo último, políticos: Cambios profundos de régimen, mayor reconocimiento de los derechos humanos, etc.

 La traición

Y tenemos los factores geopolíticos, que se limitan a 2:

*Obtener aliados para guerra contra el terrorismo (Pacto inútil: Los que agresores de París eran argelinos adoctrinados en la Afganistán supuestamente liberada por EU desde 2001, entrenados en Yemen y armados vía Arabia Saudita); y

*Funcionar como lo que en el lenguaje diplomático se llama Estado-tapón: Meterse con ellos es meterse con pesos pesados de arsenal nuclear, así que los dejas en paz.

Por esa razón, tampoco se registró apoyo oficial a las protestas recientes en Hong Kong: Nadie cederá ante la paquidérmica China.

Ni América Latina, que se siente tan de izquierda, buscará perder las multimillonarias inversiones de Beijing en nuestras naciones por un tímido apoyo.

Por eso no se toca a Israel: Sería provocar a Washington. Por eso nadie toca a Siria ni fue a “liberar” a Crimea ni a Ucrania del Este: Sería provocar a Moscú.

Slavoj Žižek apunta bien que el fundamentalismo islámico es el otro lado de la desaparición de la izquierda secular y enumera los errores al considerar que los musulmanes serían incapaces de parir estados organizados, libres y democráticos mediante elecciones libres.

Todo lo cual derivó en “cínicos e hipócritas” cambios cosméticos hacia dentro (Irán, por ejemplo) tolerados desde fuera.

Y esos arreglos secretos de las potencias con los gobiernos árabes en crisis terminaron por germinar semillas de odio a uno y otro lado del presunto choque de civilizaciones.

La islamofobia organizada crece en Europa, en el contexto de unas elecciones que vieron regresar a la derecha a la mayoría del Parlamento continental.

Las ramificaciones fundamentalistas y violentas del Islam también brotan en amplios sectores sociales –incluso inmigrantes en Europa y en América-, que vieron traicionado su intento de mejorar sus pueblos y degenerar sus luchas libertarias en interminables y cruentas guerras civiles.

 De Sidi Bouzid a París

¿Quién exige ahora respeto a los derechos individuales, si no los defendimos, sin prejuicios, allá donde necesitaban nuestra voz?

Que se regresen a su país los extremistas musulmanes si los valores de los infieles les incomodan. Pero no, migran por el paquete completo: Quieren Primer Mundo… con la Sharia por delante.

La falla no es de nuestros valores liberales –que les otorga respeto a sus ideas y cierta prosperidad a sus bolsillos-, es de su necedad intelectual y su fascismo cultural.

Y es igualmente creer que combatirlas -esa necedad y ese fascismo- equivale a una traición a su cultura islámica, menos cuando todavía contamos con el circuito democrático para hacerlo. No, la traición ya ocurre, como expuse antes.

El peor error, en todo caso, como siempre, es el silencio, cualquier tipo de silencio, la represión, la contemporización, la autocensura, el miedo: El silencio para evitar criticarlos a ellos (particularmente sin conocerlos), para elegir mejor a nuestros gobernantes, para defender, corregir y mejorar nuestra muy válida libertad occidental.

*Escritor y periodista mexicano (Villahermosa, 1982). Ganador del Primer Concurso de Ficción Playboy 2008, nominado al Premio Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez 2010. Reconocido por la UJAT en 2002 (Premio Universitario de Ensayo sobre Benito Juárez) y en 2009 (Premio de Cuento de la Feria Universitaria del Libro).
Ha publicado artículos sobre temas variados y relatos de ficción en diversos diarios y revistas locales y nacionales. En sus blogs (Aquí y en El desprendimiento del iceberg) y su Twitter (#AhoraResulta por @Acrofobos) se puede hallar el despliegue de su obra literaria y periodística.