Difícil Reencuentro
Los 2 varones descendieron por la escalerilla del buque hasta los tablones del muelle. Extrajeron de sus bolsillos los talones para el reclamo de sus equipajes y alzaron la vista a la nueva y gris ciudad que los recibiría por una temporada. Llegaron a la aduana de cielo abierto a pedir sus bártulos. El encargado los miró con recelo al tiempo que revisaba la papeleta, como resistiéndose a entregar lo que le solicitaban.
-¿Lugar de procedencia?
-México, señor –contestó el de tez clara.
-¿Ambos?
-Por supuesto, señor –contestó esta vez el de tez morena.
-¿Cuál es el propósito de su visita?
-Personal –dijo el uno.
-De negocios –dijo el otro.
El encargado pensó que se encontraba frente a dos polizontes que pretendían robar el equipaje ajeno y que no habían coincido en sus respuestas. A ello, amarró el hecho de que uno de ellos fuera de piel obscura, con una larga barba parda debajo de su cara y un turbante sobre ésta. La vestimenta, se dijo, también podría ser robada. Pidió un segundo para verificar los datos de las maletas y se retiró de la mesa.
-¿Crees que nos haya creído –cuchicheó el moreno– u otra vez habrá problemas por mi raza?
-No lo creo –replicó su acompañante-. Acabamos de llegar a una de las sociedades más civilizadas del mundo. La Nueva Atenas hoy día. Aquí el racismo es un asunto superado.
-Deténganlos –gritó el encargado desde el fondo de los bultos de los otros viajeros, mientras 4 policías corrían en dirección a ellos–, son ladrones extranjeros. Seguir leyendo «Mientras pasa… (II)»