Las sociedades pequeñas son, por antonomasia, más activas y comunicadas socialmente en busca del bienestar común. Será más sencillo poner de acuerdo a vecinos de un edificio de condominios que a todo un país. Por ello, al ir creciendo, aquellas comunidades practicantes de la democracia y la libertad –y, por tanto, de la política- quedaron atrapadas por la red de complejidad que una población muy diversificada o muy compacta en intereses llega a tejer. Hoy día es sencillo ver cómo colonias de todo tipo organizan ligas deportivas locales pero México se permite la apatía mientras vive atrapada en su propia complejidad.
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