El agua: A pagarla o a regarla

AGUA
El precio mas barato lo tiene Villahermosa. Si veo la foto, ¿Me alegro o me indigno?

¿Privatizar el agua? Puesto en esos términos sin profundizar en explicaciones fundamentadas suena:

*Tétrico para la izquierda (nomás por la palabreja privatizar).

*Ambiguo para la derecha (segura que se puede hacer negocio, pero nomás para los cuates).

*Facilitador para los gobiernos (que no sólo seguirán cobrando, sino también podrán dejar el negocio para sus cuates).

*Confuso para los ciudadanos: ¿Me aumentarán los precios? ¿Me cobrarán por todo? ¿Me beneficiará? ¿Saldrá el agua limpiecita en mi casa y mi oficina? (Así es: Una persona reclama a nombre del beneficio social pero pensando en su único e individual beneficio).

No hace falta repetirlo, pero lo diré: En México, el pernicioso truco de toda reforma es su sesgo corrupto y corruptible. Incluso hoy, cuando existen organismos (INE, IFAI, IFT, etc) que parecieron haber nacido para legitimar el robo y no para evitarlo/perseguirlo/castigarlo.

La cuestión es cómo se privatiza y qué resulta de los propios esquemas implementados por el Estado.

¿Se necesitaba privatizar la empresa telefónica del Estado? Claro: Su servicio era pésimo, su atención mucho peor que el que hoy nos hace esperar en línea, sus instalaciones obsolescentes, sin mantenimiento ni crecimiento. ¿Se le tenía que regalar a Slim? No.

Tampoco se le tenía que vender IMEVISIÓN a Ricardo Salinas Pliego, Ferrocarriles Nacionales a 5 consorcios ni el Banco de Crédito Hipotecario a Carlos Cabal Peniche.

Siempre existe sordera y ansias de opacidad por parte de toooodos los gobiernos, de toooodos los partidos (y lo recalco para que vayan a su casa a decirle, tooooodos, que tal o cual sí va a hacer la diferencia) e incluso de los empresarios urgidos de la bendición licitadora.

Y pasará con el agua: Lo que se reforme invariablemente se echará a perder por la mano corrupta del Estado que necesita de esas mismas reformas.

Llevar el agua a la casa, la escuela y el trabajo –y que además salga transparente y realmente potable– cuesta dinero. Muchísimo. Más en aquellas ciudades donde escasea con frecuencia.

Por esa razón no sólo se fija la tarifa mensual por su consumo: También hay multas si se sorprende a alguien desperdiciándola. Mejor aún: Hay horarios para su distribución, así que la gente la almacena, casi sin problemas, en algunas ciudades.

Aun suponiendo que no se privatice su infraestructura –no el líquido-, cualquier gobierno eventualmente tirará la toalla: Gasta mucho más de lo que cobra.

Ya lo hacen algunos y por eso vemos agua de menos calidad, la red del mismo tamaño y las mismas dimensiones, fugas de todo tipo cada día en cualquier localidad. No nos lo dicen, pero no les alcanza, así que nos dan el servicio que pueden.

Los diputados y senadores del Verde Oportunista pueden vanagloriarse de subir el derecho al agua a rango constitucional: No aportan un solo peso de sus descomunales ingresos a mejorar la prestación del servicio, como hoy no lo hacen para salvar a todos los animales que prohibieron y que los circos deben desechar.

Veamos Villahermosa: Una ciudad con las mayores reservas de agua dulce y el precio más barato del país, y de las pocas con su infraestructura del agua municipalizada.

Tan sólo mantener todo su equipamiento le cuesta 320 millones de pesos cada año. La mayoría provenientes de recursos federales.

Eso sin contar si debe darle una manita de gato a algún cárcamo o meter algunos metros de tubería. Cada pequeñez le sale en 150 millones, por lo menos, e igualmente con dinero federal.

¿A cuánto asciende el dinero que los morosos le deben? 630 millones de pesos. Gente que debe de un mes a 18 años de consumo de agua, que debe desde 90 hasta 25 mil pesos.

¿Por qué no pagan? Misterio, por lo menos en los casos en que no se adeuda demasiado. Recibir un metro cúbico, mil litros de agua, cuesta 83 centavos.

83 centavos por extraer el agua de ríos, lagunas y mantos freáticos –lo cual no se hace aquí-, llevarla a la planta para ponerla dentro de lo que exige la Norma Oficial Mexicana, distribuirla a cada uno de los consumidores, deban o no deban porque sólo aquí no se les puede “cortar el agua”, colectar sus aguas negras, trasladarla sin riesgo sanitario a su planta de tratamiento –que aquí no existen– y verterla a los ríos. Ah y, por supuesto, desalojar el agua de lluvia, evitando así encharcamientos e inundaciones –lo cual no sucede siempre-, y utilizar, de alguna forma, esa agua más o menos pura, o bien, verterla también a ríos y lagunas.

Todo lo que implican los 83 centavos son instalaciones, tuberías, alcantarillas, maquinaria, personal, siempre listos y perfectos para las 24 horas de los 365 días del año, que es el horario de distribución de Villahermosa.

Asumamos que con el “ahorro”, el gobierno obtendría recursos para lo anterior. ¿Dónde ahorrar?

Si se quedara únicamente con empleados sindicalizados, religiosos cumplidores de sus turnos de 8 a 3 y de lunes a viernes, menos puentes y vacaciones pagadas, una fuga tardaría 4 semanas en repararse.

Sin sarcasmos: Eso tardó solamente sustituir un alcantarillado de metal, uno sólo de esquina a esquina, por uno de concreto el años pasado.

Tampoco el egreso se reduciría, pues cada año hay que aumentarles prestaciones y bonos, pero sin aumentarles tiempo de labores.

Ni hablemos de incremento en la tarifa, no importa si ésta es la misma de hace 20 años y no se ajusta a la realidad inflacionaria. La sola mención de la palabra incremento suscitaría bloqueos de calles.

“¿Qué necesidad?”, dice el gobierno, “Démosles la misma agua, de la misma mala calidad pero al mismo precio, porque tampoco nos dejan atraer inversionistas”. Y si atraen, resultan ser los amigous.

Como vemos, por lo menos en Villahermosa, la simple idea de ajustar cuotas conlleva costos políticos que ninguno, a derechas e izquierdas, querrá facturar. Quien hoy de Oposición proteste por ello, mañana en el Gobierno lo impulsará el Congreso.

Resultaría más sencillo privatizar el servicio.

Lógicamente, se encarecería. De entrada, abandonar el irreal precio de 83 centavos por metro cúbico. Cobrar por reparaciones de fugas u obras nuevas, como colocación de tuberías, así como por el mantenimiento de plantas, cárcamos, etc. Y suspensión, cómo no, a los malapaga precisamente para obligarlos a pagar, pues la ley no dice que sea gratuita.

En reciprocidad y en teoría, un agua de mayor calidad, quizá literalmente potable, cero fugas o colapsos de calles, reciclaje de aguas negras y pluviales, ríos, lagunas y subsuelo menos contaminado, sin multas por desperdicio (¿Para qué? Si se cobraran 50 pesos por cada litro mal usado, ¿Quién se atreverá a hacerlo?), reparaciones inmediatas, casi el paraíso.

Pasado mañana no, sino en 20 años, porque se trata de empresas, no de San Judas Tadeo, y por una cuota variable de entre 200 a 500 pesos al mes, depende del consumo y los servicios adicionales.

De paso: Con una competencia abierta de proveedores, quizá la ciencia y la tecnología nos den opciones mejores y más baratas, Chi lo sa.

No, señoras y señores, el problema no será privatizar, sino el engendro que muy probablemente saldrá de esa privatización: Un oligopolio de brothers que sólo crezca los precios sin mejorar el abasto y la calidad, y especule con la extracción de agua subterránea y los terrenos acuíferos, y termine en la quiebra por su pésimo modelo de negocios, y tenga que expropiarse de nuevo sin sancionar a los dueños así enriquecidos, y de nuevo la escasez y la turbiedad y la morosidad.

A eso, hasta yo me opongo.

 *Escritor y periodista mexicano (Villahermosa, 1982). Ganador del Primer Concurso de Ficción Playboy 2008, nominado al Premio Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez 2010. Reconocido por la UJAT en 2002 (Premio Universitario de Ensayo sobre Benito Juárez) y en 2009 (Premio de Cuento de la Feria Universitaria del Libro).
Ha publicado artículos sobre temas variados y relatos de ficción en diversos diarios y revistas locales y nacionales. En sus blogs (Aquí y en El desprendimiento del iceberg) y su Twitter (#AhoraResulta por @Acrofobos) se puede hallar el despliegue de su obra literaria y periodística.

2 comentarios en “El agua: A pagarla o a regarla

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