Informitis

INFORMITIS
Una perla: Ramón Guerrero Martínez rinde informe sobre su gobierno municipal en Puerto Vallarta, Jalisco, sin Cabildo pero con pantalla y pasarela en hotel de lujo. Y dijo que el 94 % votó por la ratificación de su mandato…

¿Los han visto en el cine, en espectaculares frente a los teatros, en el parque, en la TV, en los transbuses, en las aceras, bajo un árbol o un poste de luz?

Yo sí, como el poema de Jaime Sabines: Los he visto querer anticipadamente y también muy a menudo, a ellos, a los enamorados… del erario público.

Ofreciendo, todos, la última versión de su invisible sátiro para los muslos separados de sus ciudadanos: El informe de labores.

Aquello que era coto presidencial –y de uno que otro góber-, hoy es la excusa perfecta para autoelogiarse, autopromoverse y autorizarse recursos en difundir aspiraciones electorales.

Hoy son los anuncios en radio y TV, cartelones por toda la infraestructura urbana, inserciones en medios impresos, rediseño de la página institucional en Internet, entrevistas en noticieros, visitas a programas diversos, correos electrónicos, bombardeo en redes sociales, un largo y costoso etcétera, durante 13 días.

Y, claro, cómo no, el evento, el magno evento, por todo lo alto, con la imagen, el nombre, el cargo, los colores, el eslogan, invitaciones a personalidades y a periodistas, amigos y enemigos, ratificaciones o despedidas, saludos u omisiones, pero siempre algo qué decir.

Informes de labores que son el nuevo frente de disputa mediático-electoral, el segundo está por abrirse: Las prerrogativas de partido, que inauguró, sí, Andrés Manuel López Obrador, continúan los Verdes y estrena, con toda malicia, Ricardo Anaya, del PAN.

Informes que reguló el IFE (q.e.p.d.), no el IFAI, y perpetua el INE, a medio caballo entre la restricción/permisividad política y el derecho de los ciudadanos, particularmente el último cuatrimestre del año: Hasta el último regidor del municipio más recóndito de México puede organizar su rendición de cuentas, saturando su imagen más que notificando alguna novedad.

Lo que era cerco al descarado uso de dinero de los impuestos se volvió un legitimado uso de dinero, con la salvedad que dentro de ese cerco existe manga ancha: Dispendio en medios y producciones publicitarias, impresas y electrónicas; montaje caro de escenografía y ambientación; y toda clase de declaraciones, posicionamientos y palinodias, la mayoría de ellas completamente ajenas al propósito original: Informar.

Por supuesto, toda esa propaganda –ninguno del bolsillo personal– NO es obligatoria. Lo es informar, pero existen muchas vías, tampoco ninguna de ellas empleada con oportunidad, transparencia y completitud.

¿Pruebas? Por el momento, ningún portal oficial, del gobierno que quiera, del partido que quiera, del nivel que quiera, ha divulgado el monto invertido en la campaña y el evento de Informe, ni mostrado las facturas correspondientes, datos que por ley deben suministrarse.

Es decir, según la legislación en la materia, pertenece a la “información mínima de oficio” que toda institución debe entregar sin que se lo pidan.

Corrijo: Sin la trampa de la petición. Argucia que se inventó en México para ocultar archivos tan elementales como los recibos de pago y de cobro que nos dirían, por mencionar algo: Hasta que usted lo pida –y después de meses y oficios-, se le responderá (lo cual es muy distinto de se le dará).

Repito: Nadie, ni siquiera los diputados –locales y federales– y senadores, que se han convertido en adictos en esta nueva moda, han revelado cuánto y con qué gastaron en posar para la foto, antes, durante y después.

Y eso que El Evento se organiza una vez al año únicamente.

Tampoco dicho gastazo implica que los informes se encuentren en la medida que merecemos los ciudadanos, tanto del desempeño de su funcionario, como del respeto a nuestra inteligencia.

La simple omisión de evidencias que sustenten las estadísticas bellamente adornadas de retórica en los informes (el ocultamiento de lo erogado para La Fiesta misma), el escamoteo de cifras y su origen real (anunciar como logro municipal un programa federal ya en curso, incluyendo los recursos destinados para ello), la obsesión por el contraste desenterrada del olvido (comparar números de leyes propuestas y aprobadas, y de ciudadanos atendidos por gestión, con los de congresos anteriores y otros legisladores), el sesgo de la verdadera naturaleza de la administración pública (“la mayor inversión en obra pública en la historia”, que con ser sólo de un millón más ya rompe récord, aunque con costos actuales alcance nomás para 3 obras) y, en fin, el deseo de parecer que se trabaja sin ratificarlo plena y objetivamente dan como resultado espectáculos tan vacíos, ridículos e improductivos como lo es la egolatría itself.

Ya sabemos que anunciar y aun entregar un documento no es informar. También, que colocarlo en portales web no es garantía de fiabilidad.

Lo que no sabemos –o pareciera que queremos ignorar- es que su contenido y su “presentación en sociedad” no son más que el trabajo obligatorio, dentro de sus competencias, de los funcionarios a los que se les paga, y muy bien, para emprenderlo.

Que los instrumentos de medición, esos famosos indicadores, pueden calibrarse a modo de quien informa.

Que revisiones a posteriori llegan a desmentir, palabra por palabra, anexo por anexo, los “resultados”, como ocurrió con las auditorías a los gobiernos estatal de Andrés Granier y municipal de Jesús Alí, por exponer casos locales.

Y que buena culpa de ello la tenemos nosotros, los ciudadanos, por esperar que los medios –plagados de intereses particulares– hagan por nosotros nuestra tarea de fiscalización día a día.

Por votar por esos engendros, que nos rinden cuentas poco y mal, cada que aparecen en la boleta, tal como lo anunciaron en su Informe anterior.

¿Deben suspenderse los informes de labores?

No, sólo su parafernalia. Y limitarse a las comprobaciones físicas con que se confeccionen: No se vale decir que se “rescataron espacios públicos” sin los papeles suficientes, sellados y firmados, para disipar la vaguedad que ese concepto conlleva.

Al fin y al cabo, el Informe, insisto, no es más que su chamba, un parte de guerra al que no deberían ofrendarle un día especial.

Deben, sí, frenarse esos circos que, no lo olvido, sirvieron como detonador para horrores similares  a los que vivieron 43 ciudadanos guerrerenses a finales de septiembre.

Todavía ningún informe ha dado cuenta de ellos.

 

*Escritor y periodista mexicano (Villahermosa, 1982). Ganador del Primer Concurso de Ficción Playboy 2008, nominado al Premio Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez 2010. Reconocido por la UJAT en 2002 (Premio Universitario de Ensayo sobre Benito Juárez) y en 2009 (Premio de Cuento de la Feria Universitaria del Libro).
Ha publicado artículos sobre temas variados y relatos de ficción en diversos diarios y revistas locales y nacionales. Aquí en su blog y en su Twitter (@Acrofobos) se pueden hallar el despliegue de su obra literaria y periodística.

El altruismo no es negociable

 #JusticiaParaErikaKassandraBravoCaro…

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Medianoche, sábado 6-domingo 7 de diciembre. En vez de su genio para la comedia -como lo prometió-, Eugenio Derbez brinda un sonoro regaño a los que no donamos al Teletón. Y funciona: De ahí a 3 horas más tarde, recaudan más de 55 millones de pesos.

Me quedé, imagino que como muchos, hasta las 2 de la mañana del domingo 7, siguiendo la transmisión del Teletón.

En parte, porque Eugenio Derbez me prometió un espectacular cierre, con todo y parodia de La Voz México, que se limitó a un regaño.

En parte, como periodista que busca comprobar si la crisis de credibilidad que sufre todo México había alcanzado, por fin, al Teletón.

Nada nuevo tengo que añadir a las notas y análisis del fin de semana, alrededor del evento, y que lo consignan como el “más complicado de la historia”-apenas un millón por encima de la meta– y algunas de la razones, nuevas y viejas, de esa complicación.

Todo coincide, aunque sin nombrarlo, en dicha crisis de credibilidad, no sólo de la clase política, como dijo Miguel Barbosa, senador aún del PRD, sino de cada una de las instituciones que nos rodean, vinculadas o no al Teletón.

Quizá lo más notorio es el deslinde: No se critica la causa, el beneficio: Se cuestiona la recaudación.

Y, añado, se cuestiona que se cuestionen estos cuestionamientos, sea Derbez, Álvaro Cueva –quienes parecieran haber intercambiado textos–, Pedro Ferriz –que se enfocó al tema económico– o Sergio Sarmiento.

Pero cuando se rechaza o se fustiga la crítica, lo cual no es aplicable sólo al Teletón, se erosiona el debate público, que no es privativo de los medios de comunicación, ni de los famosos, añadiendo todavía más irritación social.

Académicos mucho más informados y periodistas mucho más enterados que yo han informado de los mecanismos de opresión que implica “donar” al Teletón, palabra cuyo significado precisamente dicho evento despoja por completo.

Se sabe –se ha sabido casi desde 1997– del provecho de las empresas para sus deducciones fiscales, adicionales a las que, por ejemplo, Televisa, ya emprenden en perjuicio de Hacienda. No es que vaya a los niños en vez a La Gaviota, es que se deducen 3 mil millones de pesos y, además, lo del Teletón.

De los gobiernos estatales y municipales, del federal y el Congreso, para  elevar su imagen y en detrimento de sus propios presupuestos. No es que la ONU se los prohíba, es que si vas a dar 20 millones de pesos, dáselos a la población que voto por ti en sus comunidades.

De la subversión del concepto “persona con discapacidad”, suficiente causal para una demanda de Derechos Humanos: Gente sin margen de autonomía y crecimiento propio. No es que Teletón no haga su chamba, es que se discrimina, todavía, a la persona que sólo tenga sordera, por hablar de una discapacidad no tan severa como la que exhiben año con año.

De la carga que, sobre la clase trabajadora, imponen estos “patrocinadores” para dar sus donaciones: Farmacias del ahorro le pone cuota a la venta de botiquines, lo que no se venda, se les descuenta. Dependencias públicas cuyos “empleados” donan vía descuento de nómina.

Empero, nunca como este año, sí que fue difícil. Me consta. Pero enoja más que su reacción sea tildar a la gente de “mentirosa” y “odiar parejo”. Lo entiendo: Resulta fácil para quiénes su ingreso supera por mucho al del mexicano promedio.

¿Qué dirá la cajera de Soriana, obligada a realizar 60 “redondeos” diarios –si no, lo pondrá del salario-, cuando ve que la empresa, no ella, deduce impuestos y se alza el cuello?

¿Qué, la de Banamex, que regala un día de trabajo para nada voluntario en su sucursal para recibir donaciones?

¿Qué, el ciudadano de Villahermosa que protesta para que abran el Centro Autista –en paro por falta de personal– y mira que los recursos “los dona” su alcalde o su gobernador para CRITs que su ciudad no tiene y que ellos deberían construir?

¿Qué el funcionario, de medio pelo para abajo, que ve cercenado su aguinaldo sin su permiso para un evento en el que, por la razón que sea, no quiere donar?

No dirán nada. Pero protestarán, negarán el apoyo, serán los primeros en criticar no sólo ésa, sino cualquier donación a cualquier ONG, se cobrarán con cada peso que puedan arrebatarle al Teletón. En síntesis, serán los primeros en no creer y con ellos, sus familias y amigos.

Si la fundación lo sabe, si Televisa lo sabe, la postura menos conveniente a asumir es: “Me vale, no es pretexto para no donar”.

Por otro lado, veo la propia transmisión con sus fisuras: Televisa nunca dejó de pasar comerciales. Es decir, nunca dejó de cobrar publicidad, es decir, jamás donó al 100% su tiempo aire.

También, como consignó el propio Fernando Landeros, presidente aparentemente vitalicio de la fundación Teletón, 8 patrocinadores retiraron su apoyo.

Son demasiado visibles para no establecer una lógica perversa: FEMSA (Coca-Cola, Oxxo, etc.), Pepsico (Sabritas, Gamesa, etc.) Bimbo (Bimbo, Barcel, Tía Rosa), Nestlé, industrias todas ellas afectadas por el nuevo impuesto a la comida chatarra y/o a la exención de alimentos por ser procesados.

Si era una represalia de estos consorcios, lo peor no es que aclare Derbez que “no es contra Televisa o el gobierno, es contra los niños”; lo peor es que me lo diga a mí, que facturo infinitamente mucho menos que esos gigantes multinacionales.

Igual con nuestros políticos, particularmente los gobernadores y alcaldes. No sólo hicieron lo que se les dijo que no hicieran: Casi ninguno dijo cuánto “donó” del dinero de todos que manejan a su antojo.

Todos fueron a la pasarela –no los juzgo por intentarlo-, pero pocos dijeron de a cómo. Ello no abona a la transparencia y a la confianza, por si les preocupaba revertir en la gente esa crisis de credibilidad.

Cuando me entero que se superó la meta, de nuevo, como comunicólogo dudo: Si 55 millones de pesos se obtuvieron en 2 horas –horas muertas, televisivamente hablando-, sólo concluyo que Televisa prostituye, de nuevo, el sentido de “dificultad” con el fin de reblandecer bolsillos.

O sea, sin contratiempos no hay drama, sin drama no hay contribuciones. Otro recambio en el discurso del Teletón: El primero y más anunciado había sido el enfoque de comedia que se le pretendió otorgar.

Aclaro: No pretendo que el Estado y/o las empresas “lo hagan todo”; que no se piense en las personas con discapacidad; en fin, ni que desaparezca Teletón.

Rotundo NO.

Quiero que el Estado y sus funcionarios de medio y alto nivel hagan su parte: Si va a donar (y eso, de lo que le sobre después de atender por ley a su población, de manera amplia, eficaz y transparente), que lo haga a cientos de otras iniciativas similares en el país.

Quiero que sea apoye a muchos otros grupos vulnerables, no sólo a la gente con discapacidad o con cáncer, sean niños o adultos, todo el año, en todos los ámbitos de su desarrollo humano: Mujeres, zurdos, indígenas, homosexuales, animales, etc.

Quiero que los mexicanos sean libres de aportar: Ni ser linchados por su negativa ni mucho menos ser forzados a hacerlo. Ya existen demasiadas estafas en este país respecto a ayudar al prójimo (¿Por qué las iglesias no «se suman» al Teletón?), como para sumarle una más y bastante notoria.

Fuera de eso, Televisa, Teletón y las empresas tienen derecho a existir, a contribuir o no (¿Dónde carajos está TV Azteca?), a deducir sus impuestos, pero los suyos, de sus ganancias, de sus recursos, de sus propios medios corporativos, no del esfuerzo ni del dinero de sus integrantes.

Qué bueno que las personas regalen. Qué malo que las espanten por el tufo a trampa que no han podido desprenderse.

*Escritor y periodista mexicano (Villahermosa, 1982). Ganador del Primer Concurso de Ficción Playboy 2008, nominado al Premio Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez 2010. Reconocido por la UJAT en 2002 (Premio Universitario de Ensayo sobre Benito Juárez) y en 2009 (Premio de Cuento de la Feria Universitaria del Libro).
Ha publicado artículos sobre temas variados y relatos de ficción en diversos diarios y revistas locales y nacionales. Aquí en su blog y su Twitter (@Acrofobos) se puede hallar el despliegue de su obra literaria y periodística.

El Estado de Derecho según @EPN

Todavía #NosFaltan43… y los que faltan…

SAN JUAN TEPEUXILA
San Juan Tepeuxila, Oaxaca. Según CONEVAL, 2 mil 700 de sus 2 mil 773 habitantes sufre extrema pobreza; es el municipio paupérrimo de México.
SAN JUAN TEPEUXILA 2
Gobernado todavía por «usos y costumbres», su Consejo Popular recauda recursos que prefiere emplear en jaripeos ofrendados a su santo patrono.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Dedicado a la izquierda que, sin debate y con furia,
también nos empuja hacia la dictadura militar…

61 días y 12 presos políticos después, la solución final de Enrique Peña Nieto (@EPN) es la restitución del Estado Políciaco, de la rectoría del Estado a secas, de más laberinto legislativo y más organismos paquidérmicos. Traducción: El PRI más priista que el PRI premilenio.

Ha provocado más escándalo su iniciativa –telegrafiada gracias a sus zares para Michoacán y para la Frontera Sur– de “disolución municipal” para las policías y, llegado el caso, para los Ayuntamientos.

De su supuesta “justicia cotidiana”, ni hablar: Justicia cotidiana es que Soriana, la tienda que pavimentó su llegada a la Presidencia con monederos electrónicos, no cobre redondeos para el Teletón sin conocimiento de sus clientes. Ya existen denuncias. ¿Se paró al fraude?

Justicia cotidiana es que ninguna empresa del tamaño, digamos, de Televisa, evada con permiso oficial 3 mil millones de pesos de impuestos, pero pueda emprender una recaudación nacional.

El mismo Estado que debería procurar esa justicia cotidiana requiere una cirugía mayor que nadie emprenderá y que se reduce a 2 cosas: Autonomía institucional verdadera y una modificación cultural, casi genética, de los mexicanos, particularmente de aquella mayoría que pulula en la nómina de todos los poderes, de todos los niveles, de todos los organismos públicos.

Y ya que hablamos de Teletón y autoridades, un escenario para ilustrar la relación Federación-Municipio: Supongamos que Peña Nieto prohibiera que todo funcionario público donara al Teletón.

Por supuesto, no faltarían –a derechas e izquierdas– quien clamara por la soberanía de estados y de municipios, y veríamos a virreyes y comendadores (quiero decir, gobernadores y alcaldes) colocando hasta 2 cheques en la urna, como desde los tiempos de Arturo Montiel:

Uno, de su gobierno –o sea, dinero de los contribuyentes para que el señor haga caravana con sombrero ajeno– y otro de los trabajadores de su gobierno –o sea, diezmo que el muy laico Poder Ejecutivo cobra con mayor religiosidad que el Papa-. Por supuesto, no todos, pues entre ciudades hay niveles: Monterrey ha podido, Villahermosa ni siquiera lo intenta.

Pues lo hemos visto, prohibición o no, a lo largo de 18 años, incluso con 28 iniciativas ciudadanas y un llamamiento severo de la ONU instando a que no se haga lo indebido, a saber:

Si se quiere ayudar a las personas con discapacidad, que se use ese dinero público en bienes y servicios públicos para ellos, y que se les deje de mostrar como mendigos dignos de lástima y de lucro.

Es nomás un botón de muestra, pero, ¿Para eso quieren la actual autonomía municipal? Y subrayo: La “actual”.

Porque eso debió proponer Peña Nieto: Contralorías que no nombre el alcalde, o sea, estén a su servicio; direcciones de policía ratificadas y vigiladas por el Congreso local; elecciones auténticas de Cabildo y no conformarnos con lo que aparezca en la boleta y se reparta tras los conteos de votos; adiós a los pluris (sí, por si no lo sabían, también existen regidores plurinominales), que nadie elige pero que disfrutan recursos para campañas, y a 418 entelequias regidas por «Usos y costumbres»; auditorías fiscales a fondo no sólo para que aprendan a recaudar lo suyo y dejen la dependencia estatal y federal, sino para supervisar y limitar su gasto y su endeudamiento, y favorezcan sus inversiones –si es que las tienen-; y un Servicio Profesional de Carrera que permita el acceso o la continuidad evaluada, sin el chantaje de sindicato alguno ni de cada nuevo gobierno, de talentos mexicanos para que así brinden los mejores años de su vida al servicio del ciudadano.

Todo ello, aunado a la reelección, originaría en consecuencia municipios con proyectos a mediano y largo plazo, y no lo que son “actualmente”: Trampolines y carruseles políticos.

Atención aparte merecen las zonas metropolitanas, concepto científico pervertido por los políticos, que incluso forman una comisión legislativa disponiendo, sólo 2014, de más de 9 mil millones de pesos para beneficio de… ninguna zona: Tenemos grandes urbes, incluso capitales estatales, con ciudades-dormitorio, severos problemas de administración territorial y 3 servicios elementales colapsando cada día: El transporte público, la infraestructura del agua y la recolección de residuos sólidos, síntomas ya notables de la pésima integración urbana, esa sí cotidiana, en nuestro país.

Pero en relectura descubro que todo ello ya está en la Constitución Mexicana, y otras requieren torcer lo suficiente su Artículo 115. Nada difícil para el hombre que dice haber domado a 2 Cámaras para sus 10 reformas estructurales.

Solzhenitsyn proponía que la democracia en Rusia debía iniciar por la profunda transformación de sus gobierno locales, es decir, de sus municipios, no únicamente desde el poder central. Conciencia crítica de su país, todavía espera su pueblo esa transformación después de 4 presidentes –Gorbachov, Yeltsin, Médvedev y Putin-, pues tenía razón: La alternancia no es democracia, ésta debe forjarse, ejemplificarse, desde y junto a la autoridad más a la mano de la gente, hombres y mujeres de todas las edades, todas las condiciones.

México, tan piramidal y desde muchos siglos antes que Moscú, padece el mismo error desde el retorno a la democracia en 2000.

Y el PRI, ese igualmente tenebroso remedo de Politburó, resulta el menos indicado para solucionarlo.

*Escritor y periodista mexicano (Villahermosa, 1982). Ganador del Primer Concurso de Ficción Playboy 2008, nominado al Premio Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez 2010. Reconocido por la UJAT en 2002 (Premio Universitario de Ensayo sobre Benito Juárez) y en 2009 (Premio de Cuento de la Feria Universitaria del Libro).
Ha publicado artículos sobre temas variados y relatos de ficción en diversos diarios y revistas locales y nacionales. Aquí en su blog, su Twitter (@Acrofobos) y su columna en Facebook (El desprendimiento del iceberg) se puede hallar el despliegue de su obra literaria y periodística.