Revueltas: El cineasta que no fue II

Porque todavía #NosFaltan43…

revueltas
José Revueltas flanqueado por su esposa María Teresa Retes y por su hijo Román Revueltas Retes (hoy periodista del diario Milenio), el día de su arresto y traslado a Lecumberri. Nótense la sonrisa, el traje y la evidencia condenatoria: Su máquina de escribir Remington. Noviembre de 1968

La ruptura con Gavaldón no fue lo peor para Revueltas: Intentando a la brava rodar una película con recursos domésticos, en noviembre de 1957, esta última tentativa se desplomará hasta costarle el desalojo de su familia de la casa que renta, hospedado en un hotel propiedad de Lagos pero sin comida, sin apoyo de su propio partido tras tachar a la dirigencia de “ciega, sorda, muda y paralítica” por sus sonoros fracasos electorales, y, como era habitual, sin apenas ingresos por su trabajo periodístico o literario.

Hondamente deprimido, bebe con frecuencia y escribe con escasez. Tal vez una de las razones es que, como él mismo anota, es “un escritor prohibido”, tanto para la izquierda –cuyos ataques lo obligan a sacar de circulación su novela Los días terrenales– como para el PRI, omnímodo, que ya desea extraviar su pasado comunistoide, con sus relevantes presos políticos, sus sangrientas reyertas revolucionarias, su cine cada vez menos crítico y más censurado.

Otra quizá sea que el séptimo arte, desde donde fuera que participara, fue la actividad que le dio sustento económico y aliento creador.

Escribió 26 guiones acreditados, entre originales y adaptaciones, 21 de ellos en sólo 12 años. De ese mismo período (1944-1956), sin duda frenético y propositivo, son sus obras de teatro, sus crónicas y artículos periodísticos (reunidos en Visión del Paricutín), avances de sus ensayos, 2 libros de cuentos (algunos de los cuales surgirán de sus propias ideas para cine), las anotaciones de una larga y errática autobiografía.

También, otros 4 ó 5 guiones terminados pero que no se filmarán, como un primer draft sobre la vida de Emiliano Zapata, llamado Tierra y Libertad, un documental sobre la caída de Jacobo Arbenz en Guatemala y un original, Rayito de oro, entre otros textos que concluye pero que nunca llegará a presenciar, entre ellos El apando, estrenada el año de su muerte.

Después de aquel año terrible, Revueltas se vuelca al análisis filosófico y político y a la narrativa, sin descuidar jamás su vocación primaria aun lejos de los sets.

Entrega, como parte de la Enciclopedia cinematográfica mexicana 1897-1955, compilada por Rafael Portas y Ricardo Rangel y la primera en su tipo de la historia, su extraordinario ensayo Lugar del cine en el arte. Aunque auspiciado por el recién creado STPC, no se limita a hablar como integrante gremial o como un experimentado guionista.

Desarrolla toda una teoría estética sobre el cine, desde la escritura hasta la proyección, con referencias a personajes tan distantes y distintos como Eisenstein, San Agustín, Quevedo, Heráclito, Rilke, Machado, Joyce, Efraín Huerta, Doctor Atl, Manuel Álvarez Bravo: “… de la gramática del montaje, dará como fruto o una película, o un cuadro, o un poema, o una sinfonía, o una novela…”.

Luego de un fugaz paso como gestor internacional en Europa del Este y la URSS bajo las órdenes de Lagos, en 1961 imparte talleres en el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica (ICAIC), dedicados a documentar el éxito de la alfabetización emprendida por la Revolución ya autonombrada socialista.

Esperaba que Alfredo Guevara, director del ICAIC, lo integrara a la plantilla docente tras 7 meses de arduo trabajo. Pero no sólo no sucede: Ni siquiera el muy izquierdista régimen de los Castro puede concederle residencia y trabajo en algún lugar de La Isla.

Estas vivencias en la intimidad del Bloque Soviético le servirán para tamizar sus propias perspectivas sobre la izquierda, plasmadas en 2 textos señeros: México, una democracia bárbara y Ensayo sobre un proletariado sin cabeza.

Y, sobre todo, en 2 contribuciones que, por razones que desconozco, se mantienen casi en secreto: Una es la creación, en 1963, del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) de la UNAM, de la que fue profesor, impartiendo clases a Jorge Fons y Jaime Humberto Hermosillo, entre otros.

Otra es el volumen teórico-práctico-filosófico-estético llamado El conocimiento cinematográfico y sus problemas, de 1974, el cual también, por razones que desconozco, es prácticamente imposible de conseguir incluso en los circuitos cinéfilos de la Ciudad de México.

En ambos casos, ayudó a imprimir un aura crítica y reflexiva al proceso fílmico nacional, que renovaría su propuesta visual y temática, que a la postre conllevaría a su reconocimiento internacional y al llamado Nuevo Cine Mexicano.

 *

1968 transcurre con Revueltas practicando la docencia en el CUEC y en Filosofía y Letras, y como asesor del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de México. En ese contexto –y siempre fiel a su militancia de izquierda-, era inevitable que se involucrara, por su doble papel de artista y de profesor universitario, en el Movimiento Estudiantil.

Pasados el crimen de Estado del 2 de octubre y las Olimpiadas, en noviembre lo encierran en el Palacio Negro de Lecumberri. Pero México y el mundo son muy diferentes de aquellos años ‘30s.

Preso político por 3ª vez, uno de los pocos artistas vinculados al Movimiento que pasa por la cárcel, se convierte en una celebridad internacional, una especie de gurú que sufre en carne propia las desdichas de sus discípulos.

La imagen vende y, una vez liberado, en mayo de 1971, decide aprovechar el impulso para proyectos ocultos: Imparte conferencias y cátedras en universidades de los Estados Unidos, autoriza la reedición de todas sus primeras obras y publica narrativa (El apando, Material de los sueños), periodismo (Visión del Paricutín) ensayística (México 68: Juventud y revolución, Cuestionamientos e intenciones, Escritos políticos I, II y III) y autobiografía (Las evocaciones requeridas), esta última enfocada principalmente a sus aventuras en el séptimo arte.

El impulso alcanza para revivir aquella no tan vieja obsesión de Revueltas. Estrella de los medios, muchas de las entrevistas que concede en esos últimos años de vida se dedican a su obra fílmica, llegando a publicar El conocimiento cinematográfico….

Es en este punto que, como apuntamos anteriormente, su relación con el actor Rodolfo Landa se vuelve fundamental. El verdadero nombre de Rodolfo Landa es Rodolfo Echeverría. Sí, hermano ni más ni menos que de Luis, el Presidente. La promesa de Luis de “apertura democrática” y la experiencia de Rodolfo origina la creación del Banco Cinematográfico, en busca de financiar películas de jóvenes talentos casi sin imponerles restricciones de censura.

Rodolfo invita a Revueltas a reintegrarse activamente al cine mexicano. Aunque se le ofrece todo el respaldo para oficializar su siempre postergado debut (dirigiendo una versión de su relato La palabra sagrada), Revueltas desiste por la edad, sus “tantas tareas que cumplir, literarias y teóricas”, y su dolencia cardíaca.

Pero retoma el guionismo con la misma laboriosidad de antaño. Además de su aporte en el corto documental México 68. Instantáneas, escribe El encuentro (1976), Zona roja (1976) y La hermana enemiga (1979) –donde rescata sus usuales temas psicológicos de la Era Gavaldón-, mismas a cuyo estreno nunca asistirá.

Tal como en sus inicios, lo que vuelve a situarlo en cartelera son las adaptaciones. Antes de eso, 2 frustraciones más: Elaborar el guión de su novela Los errores y la versión cinematográfica de Los albañiles, la de Vicente Leñero.

La primera jamás se producirá, y de la segunda queda una anécdota amarga consignada por el propio periodista fundador de Proceso: Puesto que Revueltas “revela” al asesino, al contrario de lo que sucede en la historia original, Leñero rechazó el libreto y optó por adaptarla él mismo. Años más tarde, reconoció que la de Revueltas “era mejor”, “muy interesante y original”, lamentando no haber sabido apreciar aquel texto.

Finalmente, El apando, que redescubre a Revueltas para las nuevas generaciones, de escritores y de cineastas, pero que llega tarde para el reconocimiento, también largamente aplazado, de sus contribuciones al séptimo arte mexicano.

Sus capacidades mermadas le obligan, en principio, a ceder gran parte de su labor de guionista a su buen amigo José Agustín –cuya primera idea para adaptarla le gusta al autor original, por lo que se encarga sólo de supervisarla-; y una prohibición médica le impide revisar los primeros clips filmados en el inmueble donde alguna vez fue prisionero y que ya se estaba convirtiendo en el futuro Archivo General de la Nación.

Por último, y como reseña el propio Felipe Cazals, “murió dos días después de que tuve la copia compuesta” (lo que ahora se ha dado en llamar “versión del director”), antes los remiendos de la censura y de su estreno en salas, a los 61 años, 4 meses, 3 semanas y 4 días de vida.

La mayoría de ese tiempo, desde la trinchera creativa o la sindical, desde el ensayo o la narrativa, desde los estudios de rodaje o los de la docencia, lo dedicó a su gran pasión, el cine.

Y es ésa, sin duda, la puerta de entrada a las ideas y al arte de José Revueltas. Si sus novelas y relatos pueden resultar demasiado estremecedores –vestigios de un México casi imposible de imaginar-, sus películas en cambio continúan suscitando admiración, entretenimiento, público, análisis crítico, espejos de un México que, por buena o mala suerte, todavía no se ha desdibujado del todo.

*Escritor y periodista mexicano (Villahermosa, 1982). Ganador del Primer Concurso de Ficción Playboy 2008, nominado al Premio Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez 2010. Reconocido por la UJAT en 2002 (Premio Universitario de Ensayo sobre Benito Juárez) y en 2009 (Premio de Cuento de la Feria Universitaria del Libro).
Ha publicado artículos sobre temas variados y relatos de ficción en diversos diarios y revistas locales y nacionales. Aquí en su blog, su Twitter (@Acrofobos) y su columna en Facebook (El desprendimiento del iceberg) se puede hallar el despliegue de su obra literaria y periodística.

Revueltas: El cineasta que no fue I

Revueltas-José-005
El joven pero ya exitoso guionista José Revueltas, en algún punto de la década de 1950.

 

Como muchos jóvenes escritores, como el propio autor de estas disquisiciones, la primera ambición artística de José Revueltas fue el cine.

Con un hermano muralista y otro músico, no fue sencillo para Pepe encontrar una vocación, excepto aquella que todavía recordaban de su natal Santiago Papasquiaro, Durango: Las funciones, a sábana y piano, de cine mudo en la plaza principal.

Ya en la Ciudad de México, a donde se mudó a los 6 años de edad, llevó su aspiración más lejos. Con una moviola rústica que él mismo manipulaba, proyectaba negativos de segunda, tercera, última mano, “pedacería italiana”, en la sala de la Casa Revueltas de la colonia Roma.

Sin embargo, serán las terribles experiencias como preso político en las Islas Marías, lo que lo decantará a la literatura.

No obstante, Revueltas nunca abandonará, por un lado, la elaboración de guiones y, por otro, su aspiración primaria de convertirse en el cineasta de la familia.

Aprovecho para despejar la duda: Revueltas sí dirigió… pero no: No hay constancia fílmica de sus intentos, excepto stills del gran Manuel Álvarez Bravo –quien sería su “cinefotógrafo de cabecera”-, y algunas notas personales para sus cartas a Rosaura, su hermana y “actriz de cabecera”, y su notable corpus sobre cine, universal y mexicano, en teoría, práctica y crítica.

Sus películas, casi sin evidencia, son: Su debut, Coatlicue, un corto experimental escrito y dirigido por él en 1945.

Después, Cuánta será la oscuridad, de 1946, basada de uno de sus relatos cortos, quizá la más prometedora, pues cuenta con la ayuda, además de la de los mencionados, del dramaturgo José Ignacio Retes y la actuación de Rodolfo Landa. Rodaron escenas completas en locaciones de Iztapalapa, con una cámara de 16 mm, pero no se logró el financiamiento final.

3 herencias perdurables dejó este filme: 1, el matrimonio de Revueltas con María Teresa Retes, hermana de José Ignacio; 2, unas excelentes imágenes de Álvarez Bravo, quien se supone poseedor de las únicas latas de la película; y 3, la relación con Landa, fundamental muchos años más tarde.

Revueltas tampoco descartó el documental. En cierta forma, bajo la idea del realismo socialista, estos proyectos serían la mezcla de ficción y realidad que ya se consolidaba en su estilo literario.

En 1952, contratado por Adolfo Orive de Alva, entonces secretario de Recursos Hidráulicos, emprende el proyecto de filmar los trabajos de la Comisión del Papaolapan en Ciudad Alemán, Veracruz, como guionista y director. Su crew lo integran Retes como asistente y Álvarez Bravo en la cámara.

Sin embargo, en parte por su falta de experiencia y en parte por “la falta de comprensión”, “las burlas”, “el lastre intolerable de burocracia” y “las intrigas estúpidas”, Revueltas no puede terminar el rodaje, extenuante y prolongado dentro las feraces locaciones tropicales. E igualmente, no queda registro del material filmado ni de su probable edición y posterior exhibición.

Sus 2 últimos intentos ni siquiera entran en fase de sinopsis.

Entre 1954 y 1956, Adolfo Lagos, uno de los productores de la recién creada Cinematográfica Latina, S. A., lo alienta a participar, a modo de entrenamiento, en las 3 cintas de la compañía lanzadas ese año, una de ellas, Donde el círculo termina, con guión suyo basado en uno de sus cuentos.

Pero la empresa se va la quiebra, pues la última de sus súperproducciones, Talpa, resulta un rotundo fracaso en taquilla. Es así como se detiene abruptamente el que sería su inicio cinematográfico “ora sí de a deveras”: La santa de Cobara.

Por si fuera poco, el Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica Mexicana (STPC), del cual había sido fundador y secretario general de la Sección de Autores y Adaptadores, cierra la puerta a nuevos realizadores, y en consecuencia, a la acreditación sindical de Revueltas como tal.

Uno de los promotores del bloqueo, paradójicamente, fue el director Roberto Gavaldón, cuya mancuerna artística de casi 15 años confeccionó uno de los mayores legados de la historia del cine mexicano.

Nadie había llevado tan asiduamente el arte de Revueltas a la pantalla grande ni nadie había contribuido más al arte de Gavaldón en el aspecto narrativo y temático. Y nadie, fuera de ellos, había abierto alternativas estéticas y psicológicas en plena Época de Oro.

Pero Gavaldón, a la sazón secretario de la Sección de Directores del sindicato, consciente de la crisis económica de la industria fílmica nacional, decidió proteger las fuentes de trabajo de sus colegas. Y de paso anquilosó, para la futura década y media, al cine mexicano en lo creativo y en lo comercial.

*Escritor y periodista mexicano (Villahermosa, 1982). Ganador del Primer Concurso de Ficción Playboy 2008, nominado al Premio Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez 2010. Reconocido por la UJAT en 2002 (Premio Universitario de Ensayo sobre Benito Juárez) y en 2009 (Premio de Cuento de la Feria Universitaria del Libro).
Ha publicado artículos sobre temas variados y relatos de ficción en diversos diarios y revistas locales y nacionales. Aquí en su blog, su Twitter (@Acrofobos) y su columna en Facebook (El desprendimiento del iceberg) se puede hallar el despliegue de su obra literaria y periodística.

El extraño escándalo de Brittany Maynard

Porque #Nos Faltan43…

Brittany-Maynard
Brittany en 2014. Tiene 29 años y cáncer cerebral en fase terminal. Anuncia su decisión de optar por la eutanasia.
Brittany en 2010. Tiene 26 años y varios sueños por cumplir. Anunciará su futura boda con su novio.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Jean François Revel sostenía que la izquierda estadounidense, en la década de 1970, había obtenido sus mejores victorias culturales.

Sin embargo, lamentaba que desde esas mismas fechas, fuera degenerando en un catecismo que terminó por resucitar a la derecha –a la más rancia– en los ‘80s.

Por eso, incluso cuando alabo muchas cosas de los Estados Unidos, todavía sorprendo a mis amigos cuando replico que su sociedad siguen siendo eminentemente conservadora.

Sólo ello puede explicar porqué resulta tan escandaloso –allá y aquí- el caso de Brittany Maynard:

Una californiana que cumpliría 30 años dentro de 12 días, diagnosticada a principios de año con un cáncer terminal en el cerebro, que escogió la eutanasia para despedirse de este mundo el 1 de noviembre pasado.

Fue tal la repercusión que, como se consigna en varias notas de prensa, “reabrió el debate sobre la muerte asistida en todo el país”, y añadiría que en todo el continente.

Los mismo medios utilizan el lenguaje relamido, “muerte asistida”, “morir con dignidad”, para nombrar una decisión, juzgándola, que en cualquier democracia liberal sería sólo su decisión.

Quiero decir: Ante todo, gozar las libertades en un régimen democrático comienzan por vivirlas en el propio cuerpo, física y metafísicamente hablando: Conciencia, imagen, sexualidad y reproducción, expresión, formación cultural, etc.

Y más, muchísimo más, cuando ninguno de esos derechos individuales transgrede la única condición para disfrutarlas: Los daños a terceros.

Porque eso de que la eutanasia “daña a los seres queridos por el sufrimiento”, equivale a no dejar morir a nadie por la misma razón.

La historia de Brittany ya es de por sí triste como para discutir la validez de su decisión, que además no es la primera ni la única ni será la última.

Triste, porque a los 29 años, poco más de un año después de casarse, le detectaron glioblastoma, se sometió a una craneotomía y una lobotomía parciales –cirugías invasivas, mortíferas y costosas– y cuando rebrotó el tumor, perdió toda esperanza de procrear un hijo.

¿Cuál en realidad es la relevancia? Sé que se trata del “debate”, pero creo que aún más la resonancia por haber difundido su elección a nivel global.

No sólo fue grabar un video para YouTube, también fue iniciar una fundación –que lleva su nombre– para cabildear en distintos estados de la Unión Americana la legalización de la eutanasia.

Nunca tan abiertamente –su muerte fue posteada en Facebook– una persona expuso su destino final, su lucha en favor de personas más que de causas y su templanza en desafiar, tan joven, tan íntimamente, el mito de la “cultura de vida” y del suyo como otro ejemplo moralizante.

Los familiares, ¿En qué caso no podrían?, apoyaron a Brittany hasta el último aliento, ayudándola a cumplir su Bucket list (Cosas qué hacer antes de morir) y cuando tuvo que mudarse de California a Oregon para recibir la muerte asistida por parte de médicos.

Puede argüirse que en su caso, el cáncer terminal, justificaría la aprobación. Que por eso en muchas partes se ha cedido y se regula la “voluntad anticipada”.

Replico que semejante hipocresía empieza por los eufemismos utilizados y porque sólo en ciertos lugares no se penalizan opciones que, repito, son infinitamente más veniales.

Eutanasia, suicidio (sí, una distinción es posible), consumir enervantes (cigarros, alcohol, drogas), aborto, homosexualidad: Todas esas parecen sofisticaciones frente a escándalos verdaderos, como el homicidio, el crimen organizado coludido con los políticos, la corrupción oficial y social –a derechas e izquierdas-, las desapariciones forzadas, la pobreza, la restricción a consultas populares, los monopolios mediáticos, y un largo e inmenso etcétera.

O sea: Frente a circunstancias que están muy lejos de ser decisión propia y dañan a mucha más gente que ir un médico y pedirle una sobredosis porque una terrible dolencia te carcome por dentro.

Y el Estado menos que nadie tiene porqué restringir las conciencias y la privacidad de sus ciudadanos a los que dice servir y proteger.

Me quedo con la bella postura de Brittany, su testamento digital legado en su Muro: “Morir con dignidad enfrentando mi enfermedad terminal, que se llevó tanto de mí… pero que se hubiera llevado mucho más”.

 *Escritor y periodista mexicano (Villahermosa, 1982). Ganador del Primer Concurso de Ficción Playboy 2008, nominado al Premio Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez 2010.
Reconocido por la UJAT en 2002 (Premio Universitario de Ensayo sobre Benito Juárez) y
en 2009 (Premio de Cuento de la Feria Universitaria del Libro).

Ha publicado artículos sobre temas variados y relatos de ficción en diversos diarios y revistas locales y nacionales. Aquí en su blog, su Twitter (@Acrofobos) y su columna en Facebook (El desprendimiento del iceberg) se puede hallar el despliegue de su obra literaria y periodística.