15 días sin policías
¿Quién ganó? es la pregunta que pulula entre la prensa y la sociedad.
La primera, contratada, alza la mano a su cliente; la segunda, atenta pero apática, se la alza a sí misma, sahumada también por la prensa: Fuimos víctimas civilizadas.
Sobre lo primero, que dejaré para más tarde, sólo digo que tácticamente ganó el gobierno haciendo ganar a los policías (o, al menos, pareciéndolo).
Sobre lo segundo, prosigo: La pretendida civilidad ciudadana fue parcial. Los hubo quiénes no se atrevieron a pasar límites (por miedo o por línea) y los hubo quiénes los cruzaron bajo la lógica que “con cuidado y sin dañar”.
Así, aunque ciertamente vimos atracos y algunos peatones reduciendo a sus asaltantes –lo que los medios “colaron” a la opinión pública por servicio-, sobraron los pésimos ejemplos, particularmente en lo vial.
No por nada se resucitó el 1 x 1, conducta que básicamente nos pide ser educados al volante.
Ya es revelador que se nos pidiera esto en tiempo de crisis, pues se envía el mensaje que ahora, ya con agentes en las calles, puedo volver a ser el mismo gorila de siempre.
Sea porque así le indicaron a los periodistas que lo consignaran, sea por un petrificado ritual religioso, la mayoría de la gente acudió a la Feria.
Alguna vez dije: “Los tabasqueños estamos tan ávidos de novedades que quisieron ver qué se sentía ir a una Feria sin policías”.
Pero en la Feria, aunque militarizada, también se cometieron delitos, que la prensa, de nuevo, silenció.
Tons, ¿Por qué acudieron en masa, porqué no estallaron revueltas sociales, por qué salimos ilesos del paro?
Creo que existen 3 razones, una de índole general y 2 específicas.
La primera, la general, es que en materia de seguridad, con o sin policías, igualmente el tabasqueño se percibe desprotegido.
Y no es autoengaño. Hace unos años, a Diana Magaña, periodista del diario Tabasco HOY, la asaltaron violentamente a 200 metros de la Quinta Grijalva, la Casa del Gober.
Ello se agrava fuera de Villahermosa, en las múltiples ciudades-dormitorio que se atreven a llamar villas, colonias, fraccionamientos.
Yo vivo en uno, a 18 kilómetros de la capital: Sin policías, sin agentes de tránsito, sin alumbrado, sin recolección de basura y a veces, las más, sin agua.
No estamos municipalizados y suena razonable como argumento. Nomás que así están también los 300 mil habitantes del municipio que NO vivimos en Villahermosa.
Acá también existimos, pagamos impuestos, votamos, sustentamos a Villahermosa con nuestro trabajo y con el consumo de nuestro salario.
Pero somos excluidos. Tenemos que cerrar una autopista federal para que nos cumplan el derecho constitucional de… tener agua.
Si aquella cifra dispersa se juntara en una sola área geográfica, seríamos casi tantos como en la propia ciudad; pero es la mitad desguarecida, que se cuida como puede y que percibe y divulga mi segunda razón: “La autoridad no se siente”.
La tercera razón suenan a 2: “En la Feria hay intereses que se protegen; es el lugar más seguro de Tabasco”, aunque afuera el caos vial fue más infernal que el calor.
También fuimos, en realidad, cómplices rebeldes, por eso “la libramos”. Y nadie lo está analizando fría y seriamente.
*Escritor y periodista mexicano (Villahermosa, 1982). Ganador del Primer Concurso de Ficción Playboy 2008, nominado al Premio Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez 2010. Reconocido por la UJAT en 2002 (Premio Universitario de Ensayo sobre Benito Juárez) y en 2009 (Premio de Cuento de la Feria Universitaria del Libro).
Ha publicado artículos sobre temas variados y relatos de ficción en diversos diarios y revistas locales y nacionales. Aquí en su blog, su Twitter (@Acrofobos) y su columna en Facebook (El desprendimiento del iceberg) se puede hallar el despliegue de su obra literaria y periodística.