Una democracia poco inteligente

Casi nadie en México ha seguido la trayectoria de los candidatos al Poder Legislativo, que se renueva por completo -situación casi inédita, insólita, dentro de las democracias del mundo-, por lo que, eventualmente, se convierten en refugio de los peores políticos: Aquellos que llegarán como compensación por no alcanzar la posición soñada, o porque chantajearon a sus partidos para colocarlos allí, o porque literalmente se esconden de las transas que dejaron en sus estados y regiones.

Esto es mucho más cierto para el caso de los plurinominales: Una leída a las listas de los candidatos de los partidos por cada una de las 5 circunscripciones refleja lo que dichos partidos políticos piensan de nosotros: 200 escaños para ladrones, caciques de poder local, señalados o acusados o indiciados localmente, o las cuotas de poder que cada partido cumplió, desplazando cómodamente al ciudadano, al líder natural y/o moral de cada comunidad.

La ciencia se expresa así de la democracia mexicana: Estadísticamente, es la menos cara per cápita de América (Por debajo de Brasil, Argentina, y cerca de Estados Unidos), pero por desempeño y resultados, es la más costosa del continente.

Y además, es imbécil: Depende, como en casi todas las democracias del Nuevo Mundo, de la representatividad republicana: Tantos viven aquí, tantos diputados. Un estado con más habitantes podrá ostentar mayoría que los de menos habitantes. Lo llaman Sobrerepresentatividad.

En Canadá, Costa Rica y Uruguay, eso es idiota: Cada diputado y senador tiene la misma validez y puede pelear por las mismas prerrogativas de la comunidad que representa. Así, sus intereses no se determinan por mayoriteo político, sino por bloques comunitarios: Mismos problemas, mismas soluciones, mismos presupuestos. Se garantiza de ese modo que el ciudadano sea satisfecho con su diputado o senador y que, por ley, no haya acumulación de recursos en unos estados que en otros.

Ya sabemos como es México: PRI, PAN y PRD afilan sus grupos en bastiones, para lograr buenos bloques de partidos, aunque no compartan intereses por comunidad -en el DF no existe, ni por asomo, igual dinámica política que en Tabasco, ni en Jalisco que en Yucatán, ni en el Estado de México que en Baja California Sur-; de esa forma, tenemos un Congreso que aprueba estupideces en lo general y absurdas en lo regional, que golpean a unos mientras dicen beneficiar a otros.

Aclaro, objetivamente, que también en esos países hay bloques de partidos, tantos para el Liberal, tantos para el Conservador, por decir algo. Pero un sólo diputado y senador vale tanto que la mayoría para atraer beneficios a su comunidad. En México, mientras lanzamos críticas de dientes para afuera a los presidenciables, ignoramos que también votamos por nuestro estado y nuestros congresos nacionales y locales.

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La pura producción del debate presidencial del 5 de mayo nos costará a los mexicanos que pagamos impuestos 2 millones de pesos, emitirá un promedio de 400 toneladas de CO2 (Dióxido de Carbono, gas de efecto invernadero, detonador del calentamiento global), y tendrá efectos severos sobre la sociedad mexicana. 2 idiotas dueños de televisoras que emiten millones de toneladas de CO2, que evaden millones de impuestos, decidirán sobre los gustos de la sociedad mexicana… O espero que no.