Comprar un Hitler

Alemania, tierra de contrates: Mientras una versión libre de una ópera de Mozart fue terriblemente censurada por su alto contenido crítico contra la religión, se subastaron pinturas de uno de los dictadores más atroces en la historia de la Humanidad.
 
"El arte y los medios tienen la tarea de mencionar claramente las contradicciones
y los contrastes de una sociedad, reflexionar sobre ellos y comentarlos"
Bernd Nuemann, ministro de Cultura de Alemania
 
A ver, a ver, despacio, muy despacio, que no acabo de entender: Se pusieron a la venta de pujanzas las chafas pinturas de Adolf; su paisano, un tal Joseph que ahora es Obispo de Roma, acaba de soltar la lengua y provocar una exagerada reacción de los islámicos; y por si fuera poco, el buen teatro muere a causa del temor y del desprecio por la libertad y las garantías individuales. No hay mucho margen de discusión, si quisiera por ejemplo, dar un "Feliz año nuevo 5767" a todos los hijos de Israel y un "Feliz Ramadán" a los creyentes de Mahoma al mismo tiempo.
A lo que voy es que, honestamente, sacar del arcón estos dibujos coloreados del genocida alemán y ponerlos en venta no está sujeto a debate: Habrá quien con sinceridad aprecie su arte y lo compre; al fin y al cabo, irá a las arcas del gobierno teutón, que dona gran parte a las víctimas y sobrevivientes (aún vivientes, claro) del Holocausto. El gran problema es la implicación psicocultural que implica y que, de todos modos, poco importa. Pero allá va.
Su ideología (que, por lo demás, no es mala en síi misma y él no la creó) fue llevada a los extremos más inimaginables que la maldad de las personas puede alcanzar. Ese es un delito que manchó la reputación alemana para siempre, al punto que se asocia de manera perversa alemán con asesino y no con intelectual, tal es su leyenda (Beethoven, Goethe, Lang, Einstein). ¿Hitler merecería estar colgado en las paredes de mi casa? Ni siquiera puedo contextualizar la pregunta, porque en ese entonces el dictador aún no pisaba la cárcel para amargarse. Si el muchachito ramplón y uno de los primeros vegetarianos de su país hubiera vendido alguna de sus pinturas y sido aceptado en el Instituto de Bellas Artes de Berlín, muy seguramente nos hubiera ahorrado 6 millones de muertes de civiles inocentes. Y les llamo civiles, porque nombrarlos "judíos" desata el otro punto de la polémica.
Los hebreos, miembros y residentes (o no) del moderno Estado de Israel, debieron ya elevar gritos por lo que se considera "herencia de oprobio". Pero ni ellos ni nosotros podremos dejar de pensar que Hitler no tenía porqué convertirse en el monstruo que fue hasta el fin de sus días sólo por su fracaso plástico. Imaginemos a cualquier promesa del arte ver sus sueños despedazados y que su necededad de entender que eso no es lo suyo lo conduzca a la política y a formar un sistema de gobierno represivo basado en ideas estúpidas. Cuántos judíos artistas frustrados se hubieran convertido ya en criminales de guerra (y de paz, que son los peores) si la razón no los hubiera disuadido.
Por supuesto, esto no es un texto exculpatorio. Aunque guardo mis reservas sobre cómo el mundo desagravia año con año a un sólo pueblo, no justifico al Hitler Nazi, pero trato, como cineasta y persona, entender al Hitler aprendiz de pintor. Porque, además, ahora que leo que una ópera fue trabada por miedo a que los musulmanes incendien el teatro en que se presente, pienso en el escritor de la obra (No Mozart, sino el adaptador), en todos los actores y en el director de la puesta, Hans Nuenfels, cuatazo mío (Ajá). En serio. Sigue siendo frustrar el arte y hasta peor, porque nadie impidió a Hitler exhibir sus esperpentos sobre lienzo, incluso si hubiera tenido un contenido crítico, que no lo tiene.
"Idomeneo" es una obra de Mozart que cuestiona las relaciones de religiosidad desapegadas de las de espiritualidad de los seres humanos. En franca rebeldía, las personas intentan quitarse la tutela de sus "dioses" y decapitan a Buda, a Poseidón, a Mahoma y a Jesucristo. En su época, Mozart tampoco fue amordazado para representar tan cruenta (y adelantada) visión de ateísmo marxista. Y claro, "insultar" así al Islam puede traer funestas consecuencias, como bien lo sabe el papa Benedicto XVI luego de su desafortunado discurso sobre la "Yihad" musulmana.
Ahora que los islámicos están furiosos por lo que yo considero un reacción hipertrofiada, la obra será frenada. Y eso no es culpa de Hitler, ni de los judíos, ni siquiera del Pontífice. Porque en democracia, las libertades son respetadas y si hay problemas, se recurre a instancias no secuestradas, no debe permitirse censura ni autocensura, por más que las comunidades protesten.
Es decir, para describirlo desde ambos lados: Si los musulmanes dedicieron acomodarse en una sociedad democrática, sí, es válido que se les respete, pero ellos mismos deben tolerar las expresiones, por muy "ofensivas" que puedan parecer. Sería así el caso de un Presidente que encarcelara a sus críticos. O, desde enfrente, si un clérigo insultara a Cristo (cosa que en realidad nunca ha pasado) y los católicos marcháramos en protesta e incendiáramos mezquitas. No, no es pa’ tanto. Matar por religión, por una idea, como Hitler lo hiciera, es siempre imperdonable, venga de quien venga. Y en democracia, en tierra de libertades, más que en ninguna otra parte
Tan subjetivo como irle al América (subjetivo no porque así lo sea, sino por quien así lo percibe), el contenido filosófico de una obra de arte posee una interpretación diversa, plural incluso por encima de la visión que nos pretenda mostrar su autor. Los paisajitos insulsos de Hitler no tienen estilo, técnica, escuela, pero tampoco arte. "Idomeneo" también cercena la cabeza de Jesús y no por eso los católicos se aprestan a lanzar piedras desde México hasta Alemania, sobre todo porque sí es artístico. Y claro, las opiniones papales, igual que los aficionados americanistas, también pueden ser ignorados por lo que no implican: Una frase no compondrá el planeta o las relaciones interculturales.
Lo importante, como lo mostrará un eventual "Hitler" colgado en alguna pared (esperado incluso de uno de sus fanatizados seguidores neofascistas), será siempre la lógica de las ideas.