Antipoesía

Capullos de ventana

Otra prevaricación respecto al verso, claro que amanecer rodeado del cuerpo de alguien siempre será algo más que placentero, pero no es de éso de lo que se trata la simple e inspiradora versificación…
 
Hay la sombra del hálito, hay dos manos,
hay nubes blancas y grises, hay tres pájaros,
hay la palabra que piensan y la que miran pasar,
hay el tiempo y el reloj,
todo tras la ventana,
el cielo azul, el infinito pálido del cansancio, la resaca inmóvil,
el retrato de la mayoría de los enamorados,
los que suspiran «Ay, qué bonito».
«Ay, qué pendejos»,
recrimino siempre que la miro,
que ignoro los cuatros costados abiertos de la pared
y la miro.
Dormida, constante, inocente, amada,
perdida en sus ensueños, envuelta en su desnudo,
cambiada por completo.
Cuando abandono a Dios y la creación que dejó afuera
para contemplar, extasiado, la que dejó acá dentro,
al lado mío, incontrovertible, serena, resplandeciente,
 de bronce como el silencio, de noche como el susurro.
Después de eso, mi tacto cede
y arrojo mi primera piedra contra ella.
El sol y yo la acariciamos de la misma manera,
él con sus rayos, yo con mis yemas,
tatuando el tibio contacto de la primavera
que más bien será nuestro secreto, porque llovizna afuera.
Es otoño, tu otoño,
con hojas de tu espalda y aire de tu respiro,
crepitas sola mi nombre,
beso el lugar donde se posó la mariposa que fabricaste
para seducirme, para encontrarte.
Al fin, vuelvo mi vista a la ventana
satisfecho de amarte.
P.D.: Perdón por la oxidación, pero no escribo un sólo poema desde 2004. Espero que éste quede como ejercicio de rehabilitación…